Kioscos saludables en las escuelas

El cuidado de la salud es una materia que no figura en los boletines de calificaciones. Tal vez, porque serían muchos los desaprobados. Por eso, las autoridades bonaerenses quieren ahora concientizar a los chicos para que consuman menos golosinas y comida «chatarra» en los quioscos que funcionan en las escuelas y así promover una alimentación sana desde los recreos. Una nueva resolución de la Dirección General de Escuelas, vigente desde este año, impulsa convertir en «saludables» los quioscos habilitados en más de 3.000 establecimientos primarios y secundarios de la provincia.

La disposición no tiene carácter sancionatorio y tampoco prohíbe la venta de ningún alimento. Recomienda a las cooperadoras escolares, las responsables de otorgar las licencias a los comercios para operar dentro de las escuelas, un listado de productos que deben exigir a los comerciantes. Establece que deben poner a disposición de los chicos «jugos, frutas de estación o disecadas, semillas, nueces, maníes sin sal, alfajores de fruta, sandwiches con verdura, barritas de cereales, maíz inflado, galletitas de arroz aptas para celíacos, agua mineral, yogur y lácteos».

Los kioscos deberán ir adaptándose a la normativa a medida que se vayan venciendo las licencias de los concesionarios, que firman contratos con cada cooperadora. Así, en Escuelas admiten que no tienen registro de cuántos quioscos ya se sumaron al nuevo régimen y cuántos lo harán el año próximo. «Pedimos que en los nuevos pliegos de concesión se contemplen estas recomendaciones», aseguró la directora de Enseñanza Primaria de la Provincia, María de las Mercedes González.

Algunos comerciantes tuvieron que adaptar sus instalaciones para reconvertirse en saludables. «Instalamos heladeras para vender productos frescos. Competimos con los quioscos de la calle, que no tienen restricciones», se quejó Alberto Fure, del local que está en la Media 16 de La Plata.

La medida de Escuelas llegó después de que se archivara en la Legislatura una propuesta para crear un programa de prevención de la obesidad en los colegios. La iniciativa era más restrictiva: no permitía la venta de golosinas y otros productos de alto valor calórico, con el objetivo de excluir de la dieta juvenil aquellos alimentos innecesarios para una buena nutrición. El proyecto prohibía asociar la comercialización de estos alimentos con figuritas, stickers u otros «incentivos» e incorporaba en el calendario escolar una jornada específica para explicar las consecuencias sanitarias del sobrepeso. Había sido aprobada en Diputados, pero pasó al olvido porque nunca se trató en el Senado. El diputado Roberto Passo (FPV-PJ), presidente de la Comisión de Salud de Diputados, anunció que «lo estamos revisando para presentarlo otra vez con modificaciones». Su par del Senado, Julio Salemme, dijo que «este año buscaremos reeditar la propuesta para darle una aprobación definitiva».

Según el especialista Marcelo Tavella, director del Programa de Prevención del Infarto de la Universidad de La Plata, «el 70% de las grasas malas se removió de los productos más consumidos por los niños». No obstante, considera que para mejorar la nutrición infantil se requiere educación en la casa, restringir la promoción de alimentos nocivos e impulsar una legislación específica.

El año pasado, un informe del Ministerio de Salud provincial reveló altos índices de problemas alimenticios entre los menores. Se hizo sobre 194.000 chicos de escuelas públicas y determinó que el 14% presentaba síntomas de obesidad y un 14,6% algún grado de sobrepeso. «Los consumos en los quioscos forman parte importante de la dieta de los menores. Allí ingieren productos con azúcares, grasas y sodio superiores a los recomendables», explicó Gerardo Iriarte, responsable del programa «Salud Activa en las Escuelas», de la Dirección de Medicina Preventiva. Y el especialista reconoce ahí un problema: «Resulta difícil imponer el quiosco saludable. Si en el recreo no encuentran la golosina, la compran en la esquina. Por eso, la clave está en la educación».

El consejero escolar Alejandro Calla explicó que «los contenidos sobre pedagogía alimentaria están incorporados en la currícula del nivel primario». Forman parte de varias asignaturas desde los primeros años. Pero cuando los chicos llegan al quiosco, buscan otra cosa. Es que, además de una cuestión de gustos, la mayoría de los alimentos saludables no se consiguen por moneditas.

Fuente: Clarin

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