La rebelión de los kioscos

Los kioscos, maxikioscos o minimarkets son pequeños comercios que no suelen protagonizar las noticias, más allá de los constantes robos que sufren. Allí sobresalen los dulces, los snacks, los cigarrillos y las gaseosas, pero además los servicios anexados en los últimos tiempos, que le dieron otro perfil al negocio. Sin embargo, desde Mar del Plata comenzó un reclamo que altera a las corporaciones y que está llegando a todo país. Sobrevivir frente a la voracidad de las multinacionales del tabaco y las telecomunicaciones, y enfrentar su lobby sobre el consumidor y el estado.

El kiosco, ese lugar mágico.

En Argentina es una denominación que puede abarcar al que vende periódicos y revistas, o aquellos que se destacan en golosinas y cigarrillos. Pero no nació acá. Los Persas, hace cientos de años instalaban un templete que ponían en las plazas para vender sus productos, realizar actividades artísticas y para oficiar sus sacrificios. La palabra persa es Kôsk. También había en Turquía y se llamaban Kôçk. En Argentina nacieron en los primeros años del siglo XX, incentivados por las tabacaleras que necesitaban puntos de venta para sus cigarrillos, pero sumaron pequeños productos, dulces y golosinas.

Es un rubro que me toca en forma personal, mas allá de los recuerdos que despierta a todos por su vinculación con la infancia, la escuela y las figuritas o cromos. Lugar de encuentro con los placeres, el kiosco sobrevive a la concentración comercial, a los shoppings, a las cadenas de artículos de consumo y a las políticas económicas que condicionan el trabajo independiente. Fue un recurso para los desocupados, pero hoy, con sus características, se transforma en un emprendimiento complejo.

En la memoria de todos no solo es referencia para los adictos al tabaco, sino, además, nos remite a productos deliciosos y sus marcas, muchas de las cuales nacieron y crecieron en sus estantes coloridos y tentadores. Pero esos proveedores de delicias no fueron fieles con los kioscos: terminaron colocando sus productos en todos lados, hasta en farmacias y estaciones de servicio, y el kiosco debió buscar otros caminos para sostenerse.

Caracterizado por una atención personalizada, casi familiar, algunos vieron en estos comercios la alternativa a nuevas opciones de negocio y los comerciantes decidieron apostar al cambio frente a la ausencia de exclusividad en los productos que expende. Es así como el kiosco tradicional quedó anexado a puntos de cobro de impuestos, tasas y servicios públicos, recarga de crédito de telefonía celular y servicio de comunicaciones con locutorios e internet. Este nuevo perfil ha cambiado la percepción del kiosco para sus clientes. Ya no volverá a ser como antes.

Las empresas que proveen estas plataformas de cobro y de servicios obtienen una ganancia substancial utilizando kioscos cuyo costo de funcionamiento es mucho menor a un banco, por ejemplo. Pero no toman en cuenta la enorme responsabilidad y los riesgos de semejante actividad, en sitios no preparados para ello, ni siquiera la dignidad del trabajo. La legislación al respecto no atiende esta realidad y los comerciantes se encuentran condicionados a aceptar comisiones insignificantes que atentan contra el progreso de sus emprendimientos.

Al igual que las tabacaleras, estos nuevos proveedores de los kioscos son reacios a ofrecer un margen de ganancia adecuado y así han condenado al cierre a muchos negocios o a la informalidad laboral e impositiva. Su condición dominante los hacía poderosos frente a los pequeños comerciantes, hasta hace poco tiempo.
La lucha secreta.

Según indican algunos propietarios casi la mitad de las ventas brutas corresponde a los cigarrillos cuya rentabilidad ronda el 7% de su valor. El tabaco, cercado por normas legales que intentan desalentar el consumo, es vendido por las dos grandes tabacaleras con un precio final para el público que muchos creen obligatorio. Semejante rentabilidad no es suficiente para los minoristas, siendo ese fel principal reclamo de los kiosqueros marplatenses: romper con la lista obligatoria y establecer un margen digno para la actividad. ¿Acaso un precio más elevado no desalentaría el consumo?…. con una reciente ley nacional antitabaco, el precio puede contribuir a restarle adictos, pero no todos ven esa posibilidad.

Consultado Defensa del Consumidor de la Provincia de Buenos Aires sobre el precio final de venta de los cigarrillos, señalaron que: “los comercios podrán aplicar el precio que deseen y somos nosotros, como consumidores, quienes podemos lograr que los precios se regulen, no comprando donde aplican aumentos”.

Las tabacaleras presionan a los kioscos para que vendan al precio que ellos quieren y amenazan no proveerlos si se deciden a cambiar los valores. Acostumbrados a grandes lobbies, los productores de tabaco han creado en el consumidor la costumbre de que el precio lo ponen ellos.

Kioscos en crisis

Como en cualquier empresa, hay que replantear las reglas y analizar las causas de la crisis del sector, y todos coinciden en lo mismo: los precios fijos y los márgenes insignificantes, en especial en cigarrillos y carga virtual de celulares, deben ser revertidos. Los comerciantes ven reducir su comisión sobre las ventas año a año: En forma intempestiva se le ha podado su ganancia numerosas veces sin que puedan protestar. Sobre esa mínima ganancia deben tributar impuestos y servicios, quedando casi nada. Y dijeron basta.

Todo comenzó con una reunión de kiosqueros de Mar del Plata que creó una nueva entidad que los represente en sus verdaderas necesidades y no atada a los intereses de las tabacaleras, como la existente. Ellos tomaron como regla mejorar su rentabilidad y así aplicaron a los supuestos precios fijos de cigarrillos un 15% más. En tanto en cargas virtuales de celulares y tarjetas de recargas telefónicas, le sumaron $ 1,- en concepto de servicio. Apenas dieron carácter institucional a la medida entidades de defensa del consumidor intentaron revertirla, como si se tratara de productos de primera necesidad, pero las presiones debieron cesar cuando se comprobó que no existe ninguna norma que lo impida: los precios finales no están regulados, ni se prohíbe cobrar por un servicio.

Según les indicó Defensa del consumidor de la Provincia de Buenos Aires a los kiosqueros de Mar del Plata, ”el cobro que realicen los comercios por la prestación de determinado servicio no es motivo de denuncia. De todas formas, le aclaramos que todo debe estar debidamente informado por el comercio, mediante carteles (u otros) visibles, a fin de que el consumidor pueda optar por contratar ese servicio o no, a partir del conocimiento de las condiciones establecidas por el comercio. En caso de que no cumplan con ello, estarían faltando al deber de información, obligación de los proveedores de servicios para con los potenciales consumidores, según lo dispuesto en el artículo 4° de la Ley de Defensa del Consumidor (Ley 24.240), en cuyo caso podrá reclamar.”

Las comisiones de carga virtual fueron reduciéndose a lo largo de los años y hoy tienen estos valores para la mayoría de los puntos de venta. Con esa comisión se debe cubrir el servicio de conexión de internet, los gastos de personal, impuestos y servicios. La gran mayoría de las ventas son de los tres primeros prestadores:

  • SALDO CLARO: 4,50%
  • SALDO MOVISTAR: 3,50%
  • SALDO PERSONAL: 3,75%
  • SALDO NEXTEL: 7,00%

Ahora bien, las corporaciones tienen aceitados mecanismos para convencer al público sobre lo que deben pagar y a los organismos oficiales de defensa del consumidor para que hagan respetar lo que ellos consideran vital para su negocio, pero poco observan que la ganancia por el trabajo de los comerciantes atenta contra su sobrevivencia. Es una guerra entre poderosos y desarmados.

La difusión de esta protesta de los kiosqueros se instaló en internet, en las redes sociales y en una página del rubro: Infokioscos.

La medida de los kiosqueros de mar del plata se extiende por la costa atlántica y llega, a Buenos Aires, en algunos kioscos lejos del centro, pero amenaza con alcanzar todo el país, sin que las autoridades establezcan un criterio razonable y adecuado, generando con esa ausencia un enfrentamiento entre clientes y comerciantes.

Este reclamo con la medida efectiva de aplicación esta siendo visto en kioscos de Mar del Plata, Necochea, Balcarce, San Juan, Miramar, Villa Gesell y en el microcentro de la ciudad autónoma de Buenos Aires. En tanto en Tandil, Batán, Santa Teresita, Mendoza, Santa Fe, Gálvez y Mar del Tuyú se están realizando asambleas para aplicar los incrementos.

¿Son tan poderosas estas corporaciones que nadie les pone coto a su ambición de ganar siempre más a costa del intermediario, violando su libertad de comercio? La lucha de estos pequeños comerciantes recién comienza, el final todavía es una incógnita.

Escrito por Claudio Scabuzzo en La Terminal.

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