El 9 de octubre, delincuentes entraron al kiosco de Fabián Juárez y le robaron $35.000 en mercadería. Luego del terrible hecho de inseguridad pensó en cerrar su negocio, pero mamás y papás del colegio cercano hicieron una colecta para que no bajara la persiana.
Fabián atiende su kiosco ubicado en Avenida Congreso y Roque Pérez, en el barrio porteño de Coghlan, desde hace 10 años. El martes a la madrugada le rompieron las rejas y la puerta de vidrio por la cual se ingresa a su negocio. No había dinero en la caja, pero le vaciaron la cigarrera que había llenado el día anterior y se llevaron algunas golosinas al azar.
«Me llamó un vecino para decirme que estaba la reja caída y el vidrio roto. Cuando entré me quería morir, con lo que cuesta laburar en Argentina hoy, que me roben así. Me sentí vacío, indefenso, angustiado. Pensé en cerrar el kiosco, lo digo en serio».
El primer robo que vivió Fabián en el kiosco fue hace dos años y estaba él presente: «Me amordazaron, me ataron los pies y las manos. Me sacaron toda la plata y algunas boludeces del kiosco, pero yo prefiero eso. Cuando vi los fierros sabía que estaba robado. Me tranquilicé y agradecí que no me hicieran nada, pero esto es peor. No me dieron la chance de perder».
Pese a la situación de impotencia que tuvo que pasar, la actitud de los vecinos de la zona frente a este hecho le hizo «volver a creer en la gente». A una cuadra del kiosco está el Instituto Moruli y Fabián conoce a todos los chicos porque van a comprar a su local desde hace años. «El viernes estaba en el kiosco y me dijeron: ‘Fabián, salí a la vereda que te queremos dar algo’. Y recibí un sobre con mi nombre y toda la plata que me habían robado», recordó.
Padre de una hija de 17 años y de un varón de 12, lo primero que quiso hacer cuando recibió el dinero fue llorar ante tanta emoción: «Yo no hago nada, ¿entendés? Les vendo cosas, ni siquiera es que les regalo golosinas. Y se encargaron de juntarme la plata para poder pagar la deuda. Ojalá tenga mucha vida para poder agradecerles todo lo que hicieron. No sabés la fuerza que me dieron».
Fabián, fanático de Vélez, se define como «un kiosquero más» y decidió contar su historia luego de volverse viral en Twitter. «Voy a estar agradecido toda la vida con todos los que me ayudaron. A veces pienso que como sociedad estamos perdidos, pero mirá esto. Hay una marca de chupetines que sortea un viaje de egresados. Lo voy a conseguir. Lo voy a ganar y se lo voy a dar a los chicos. Yo no merezco nada de esto, pero bueno», finalizó.