El Alfajor de pollo dejó de ser solamente un dicho popular y ahora existe. Es fabricado por Miryam Díaz, una mujer de la localidad Nono, en Córdoba.
Según su inventora, se le ocurrió una tarde de invierno cuando escucho en una radio que un hincha de Belgrano decía que a Talleres le dicen «alfajor de pollo porque no existe».
“El pollo lo cocino al horno, lo saborizo bien, luego rehogo cebolla de verdeo, lo pico grueso y fino para que se mantenga entre las tapas. En un primer momento lo mixeaba, pero no me gustaba la textura en boca, cambia muchísimo, radicalmente, además, como que tendía a expulsar el relleno de las dos tapitas, por eso lo corregí con el picado”, detalló.
El alfajor de pollo tiene una masa salada que acompaña no sólo en el gusto sino en la textura a la hora de morder. Es una mezcla de harina, leche, huevos, manteca, sésamo y orégano.
Desde el momento de su creación y puesta a la venta, el producto que cuesta $50 y pesa 80 gramos (el doble de un alfajor clásico de dulce de leche) ya es un furor en la zona y asegura que está trabajando contrarreloj para poder responder a los pedidos de todo el país que le están llegando.