Los kiosqueros viven uno de sus peores momentos económicos de los últimos años tras la llegada del coronavirus a la Argentina.
Con ventas casi nulas por la falta de clientes, normas que limitan su operatoria en muchas ciudades, y sin medidas económicas por parte del estado que los ayuden a pasar este momento, los kioscos enfrentan un difícil panorama para los próximos meses.
Tras la publicación del decreto de aislamiento social obligatorio, el 19 de marzo, donde se excluyeron de la cuarentena taxativamente a supermercados mayoristas y minoristas, y comercios minoristas de proximidad, pero no a los kioscos, muchas ciudades decidieron dejarlos afuera, por considerar que los mismo no venden productos esenciales para los consumidores, y prohibirles operar. De esta forma, a pesar de vender alimentos, muchos negocios del rubro tuvieron que cerrar sus puertas, y se ven imposibilitados a cubrir los costos fijos, para «seguir con vida».
Otras ciudades, por su parte, y ante un decreto que dejó muchas zonas grises, impusieron horarios restrictivos para evitar la circulación por las calles. Por ejemplo, el municipio de Puerto Madryn fue uno de ellos, que decretó que todos los kioscos y mercados de la ciudad deberían cerrar sus puertas a las 21.30hs.
No podemos dejar de lado también, que aquellos que deciden mantener abierto el comercio, deberán invertir en medidas de prevención: productos de limpieza, barbijos, guantes, etc.
La circulación por las calles para kiosqueros también es un dolor de cabeza. Nuevamente las normas, se olvidaron de los pequeños comerciantes, dueños de sus emprendimientos, y no existe hasta el momento ningún certificado oficial para quienes tienen que trasladarse a abrir sus negocios todos los días.
El stock es otro de los problemas, ya que muchas distribuidoras están dando prioridad a los grandes supermercados, y están dejando sin stock a los pequeños negocios. Por otro lado, los cigarrillos, que representan una buena parte de la facturación de los kioscos, pero que fueron «dejados de lado» en el decreto de aislamiento, no se están fabricando, y ya comenzaron a escasear en muchos puntos del país.
Así nos relata Juan lo que está viviendo con su almacén en la ciudad de Campana «En mi ciudad, nos obligan cerrar a las 18 horas. Cigarrillos ya no podemos vender porque el proveedor no sabe cuando va a pasar. Verduras, tenemos el mercado cerrado no podemos comprar. Cargas virtuales no tenemos porque el proveedor se adhirió a la cuarentena por precaución. Los mayoristas están colapsados y no hay mercadería.»
En Rosario, la cámara de kiosqueros estima que la pérdida de ventas oscila entre el 70 y 75 por ciento. «Estamos vendiendo hasta un 70% menos que antes, las empresas no tienen stock, nos aumentaron los precios de lácteos, no reparten cerveza ni gaseosas y no nos están entregando productos de almacén y primera necesidad a los pocos que los vendemos» señaló el presidente de la cámara.
Cerrar no es una opción para muchos
Si bien algunos kioscos decidieron cerrar sus puertas para cumplir con el aislamiento preventivo, poniendo por delante su salud y la de su familia, para otros cerrar no es una opción.
Las medidas anunciadas por el gobierno nacional dejaron afuera al sector de los pequeños comercios, que generan valor agregado y trabajo. El ingreso familiar de emergencia, mediante el cual se otorgará un bono de $10.000, y que incluye a monotributistas, solo lo hace para las dos categorías más bajas A y B, es decir que solo lo cobrarán quienes facturen (ingresos brutos) en promedio, menos de 26092 pesos.
De esta forma, la mayoría de los kioscos y almacenes están afuera de esta medida. «A pesar de los riesgos que representa el coronavirus, nos vemos obligados a seguir abiertos, porque tenemos que seguir pagando alquiler, y los demás costos de servicios, y no tenemos medidas que nos ayuden a pasar este momento, todas las medidas son para quienes no trabajan», indicó Gabriel de Tres de Febrero.
La otra medida que se tomó, prohíbir el corte de los servicios ante la falta de pago, no dejó conforme a los comerciantes, que ven un futuro difícil de afrontar luego de la cuarentena: «El problema es que después se te junta todo para pagar, nos van a tener que dar un plan de pagos para poder pagarlo en el resto del año» reclamó George.
Alternativas para sobrevivir
Muchos kioscos, ante este panorama igualmente le ponen el pecho al coronavirus, y se adaptan para sobrevivir. Así algunos, han implementado el servicio de delivery, llevando los productos a sus clientes, que hacen los pedidos por redes sociales o WhatsApp. «La idea es no perder ventas y ofrecer mayor seguridad de higiene y evitar que las personas se amontonen en un lugar pequeño».
Wabi, por ejemplo, es una APP impulsada por Coca-Cola y desarrollada por YopDev, que ofrece la oportunidad de que almacenes, kioscos y pequeñas tiendas puedan trabajar mediante entregas a domicilios.