La autoridad monetaria intenta paliar las cotidianas dificultades que afecta a gran parte de la población por la falta de cambio chico, pero su intervención parece demasiado cautelosa, porque lejos de probar una política de shock para exterminar la penuria de millones de personas que a diario se mueven por medios de transporte que sólo aceptan el metálico como único instrumento de pago, pareciera hacerlo a cuenta gotas.
Sin ir más lejos, en las dos últimas semanas de abril inyectó al mercado 27,7 millones, de las cuales sólo 0,5 millón correspondieron a nominaciones diferentes a las de 10 centavos.
De ahí que si bien en términos relativos la ampliación de la circulación de monedas fue cercana a una por habitante, alcanzando a un promedio nacional de 121,5, en términos de valor, apenas representó una emisión equivalente a tres millones de pesos en la quincena, y $43,3 M en todo el cuatrimestre, para una economía que por efecto del crecimiento a tasas de 8 a 9% real y de más del 30% en términos nominales, se expande a un ritmo de más de $240.000 millones por año en forma agregada y más del doble en el caso del monto de las transacciones.
Un problema algo más agudo
El malestar que afecta a la mayor parte de la población por la carencia de «cambio chico», en particular en metálico no es nuevo y ya arrastra varios meses, y no se dan señales que abriguen la esperanza de una pronta solución.
No sólo porque el problema de escasa disponibilidad de monedas no parece limitarse a la carencia de unas pocas unidades, que puedan corregirse con las 5,1 que por persona se agregaron desde el comienzo del año, sino más aún porque en ese período en lugar de ampliarse la provisión de las de mayor valor, se privilegió las de 10 centavos que en un claro contexto de alta inflación perdieron en forma acelerada su poder adquisitivo.
Según los datos del Banco Central, desde fines de diciembre hasta ahora se elevó la circulación de esa nominación en 149,8 millones de unidades, es decir equivalente a casi $15 M, equivalente a la mitad, en valor nominal, a la ampliación de la acuñación de las nominaciones de 50 centavos (6 M de unidades) y de 1 peso (24,1 M de unidades).
Tal vez si el estudio de mercado hubiese aconsejado invertir las proporciones de nuevas emisiones, es decir 30 M de 10 centavos y 150 M de 1 peso, probablemente hoy el faltante de monedas quedaría limitado a focos aislados y seguramente mejor detectables en sus causas por los expertos en la materia, o en el peor de los casos avanzado varios casilleros en busca de una solución definitiva.
Para peor, no se advierten señales por parte de los organismos públicos y entes privados de defensa de los derechos del consumidor de que se avance hacia prácticas más comunes en los países desarrollados de reemplazar el uso de las monedas por sistemas de pago o débito electrónico o magnético, para usos múltiples.